PORTALES
PORTALES es un dispositivo construido para poner a prueba eso que llamas realidad.
La serie usa el lenguaje de la computación cuántica —superposición, entrelazamiento, decoherencia, error, ruido, entropía— y lo convierte en materia artística. No como metáfora, sino como sistema operativo. Cada pintura funciona como un Qubit a escala humana: múltiples estados coexisten hasta que tu presencia —tu mirada, tu respiración, tu postura— actúa y colapsa una posibilidad en la versión que construyes en tu mente.
La superposición es la regla central. La superficie sostiene contradicciones: profundidad y lo plano, vacío y textura. Dos verdades incompatibles ocupando el mismo espacio. Esa tensión refleja la psique que ocultas a plena vista, coexistiendo hasta que no te queda más remedio que elegir una.
El entrelazamiento está presente entre marcas distantes del lienzo que se comportan como si compartieran un mismo pulso. Toca una marca con tu atención y la otra marca responde a tu intensión.
La decoherencia es el instante en que te comprometes con una interpretación —te acercas al canvas, cambias de ángulo— y la elegante nube de “quizás significa esto o lo otro” se desvanece para presentar un solo resultado. Hay pérdida y ganancia al mismo tiempo. Hay tensión y alivio también. La serie honra ambos. Insiste en que la claridad nunca es gratis y que la ambigüedad, bien manejada, es un recurso maravilloso y no un defecto.
Las máquinas cuánticas temen a la entropía porque corrompe el cómputo. PORTALES usa la entropía como parte fundamental de esta serie de pinturas. Los áreas oscuras mate actúan como trampas de luz que cancelan el reflejo del ego y fuerzan una percepción desnuda. Las zonas rasgadas se leen como una transmisión desde una versión paralela de la obra que quiere revelarse. Es prueba de contacto. Es la pintura contraatacando.
Las obras futuras de la serie refinarán estos protocolos. Algunos PORTALES serán campos ultra absorbentes que devorarán la luz y la certeza, entrenando al ojo a navegar sin sus muletas habituales. Otras serán piezas de interferencia: negros estratificados y fracturas que generan una lógica de muaré —latidos entre realidades— para que tu cerebro tenga que escoger qué ritmo es el verdadero. Habrá estudios de “túnel”, donde las formas parecen atravesar límites que no deberían cruzar… tal como lo hace el deseo y el arrepentimiento. Habrá pinturas que intenten sanar sus propias disrupciones, y así como si nada, sentirás el dolor humano en ese algoritmo.
Las pupilas se dilatan. Tu sistema nervioso se convierte en la herramienta de depuración. No estás mirando una escena; estás dentro de un cómputo que reacciona a tus parámetros.
Esta serie interroga la conducta. ¿Por qué nos aferramos a una sola narrativa cuando nuestras vidas se sostienen en narrativas paralelas? ¿Por qué fingimos ser máquinas clásicas —limpias, deterministas— cuando nuestros días están impulsados por lo cuántico: ruidosos, entrelazados, llenos de superposiciones imposibles que, aun así, funcionan? PORTALES prefiere la verdad peligrosa: los humanos estamos superpuestos, las relaciones están entrelazadas, las decisiones son colapsos que sobrevivimos y que, con suerte, a veces celebramos.
Trata estas obras de arte como laboratorios. Trae tus contradicciones. Encuentralas en los vacíos, en las fracturas, conentra las geografías que se niegan a desaparecer. Espera Tensión. Espera consecuencia. Espera la recompensa extraña que llega cuando enfrentas lo que no puede ser domesticado.
En PORTALES, cada pintura es una puerta que solo se abre desde adentro. Acércate. Deja entrar el ruido. Deja que el cómputo corra.
Si al salir no hay cambios… nunca entraste.