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Anota en tu Calendario: Nueva Obra de Arte se Lanzará el 1 de Septiembre de 2025 a las 8 pm

APOLO

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Aquí la PRIMERA OBRA de la Serie III • MYTHOS: UNITED. 

No todos los espejos reflejan una imagen exacta. Algunos te muestran lo que niegas, lo que escondes, lo que suprimes, lo que eres cuando dejas de fingir. APOLO es ese tipo de Espejo. 

Esta obra no representa únicamente a una deidad: representa la máscara del perfeccionismo humano. Ese impulso incontrolable y adictivo por brillar, destacar, impresionar... y controlar. 

La luz de la obra Apolo no solo calienta al ojo que la aprecia… lo Quema. 

Desde el primer golpe visual, el color amarillo es lava intelectual, magma líquido que no adorna—sino que devora todo a su paso. Es una fuga de energía que chorrea por el lienzo. Es el oro que aplasta la mediocridad, la excelencia que nos eleva al nivel supremo. Es lo que pasa cuando por fin dejamos de pretender ser lo que no somos y abrazamos nuestra esencia, nuestra autenticidad.

¿Qué tal si dejamos de simplemente iluminar… y comenzamos a arder como si no hubiese un mañana?

Como el gesto salvaje de la esfera ámbar que se derrite como una llamarada vertical, como sudor de un dios. Es la firma de Apolo escrita con su propia sangre solar que se desliza como luz líquida penetrando un mar de azul. Es el deseo desesperado de ser libre de uno mismo. Es el sol derramándose sobre la aparente calma de la superficie inferior bañada de azul. Pero al acercarnos descubrimos que ese mar se quiebra… Es un espejismo que se rompe. Se parte. Cede. Porque ninguna superficie, por pura que sea, resiste la presión de la verdad. Como los seres humanos con sus grietas psicológicas.

El craquelado no representa defecto alguno: es lenguaje divino desgarrando la piel del lienzo.

Cada fisura es un grito milagrosamente calculado, diseñado, no por la mano del hombre, sino por mano divina. Porque estas fracturas viven dentro de una lógica sagrada. No es azar. Es código. La proporción áurea, el NÚMERO DIVINO: 1.618. 

Ese número que vibra en galaxias, caracoles, huesos, flores y hasta en nuestro ADN… ocupa EXACTAMENTE el área inferior del canvas.

Aquí, en este lienzo, las grietas no surgen al azar. Responden a un código ancestral, a una arquitectura divina que habita en el caos-ordenado de la creación. Cada fisura en el lienzo revela el interior de la mente humana, la misma que se agrieta cuando el alma no está en armonía con el cuerpo. Cada grieta es un pensamiento suprimido. Una emoción censurada. Confesiones del subconsciente… en forma de heridas luminosas. Y a la vez, cada una revela hilos dorados como sinapsis de una mente cósmica que obedece a una danza matemática secreta. Son el conocimiento infinito. La imperfección divina esparcida en un laberinto de preguntas sin respuesta. Venas de luz… abiertas, desnudas, expuestas.

Y justo cuando crees haber descifrado la obra, una nueva dimensión emerge: el ala blanca. Solo hay una. No hay equilibrio. No hay ascenso completo. Es la voluntad fragmentada del que busca elevarse mientras arrastra consigo sus sombras. Es la condición humana: querer ser luz, arrastrando consigo a la pesada oscuridad.

Un ala no vuela: gira en círculos, repite patrones, se eleva a medias.

Esa única ala representa el anhelo de volar con una sola verdad, con una sola versión de uno mismo. Y eso es imposible.

Los trazos abstractos no son decoración, ni impulso estético. Son residuos psicológicos, zonas liminales. Campos de batalla internos.

Juntos no forman una paleta colores. Forman un mapa. Un mapa emocional de todo lo que tratamos de contener bajo la superficie perfecta que exige el DIOS del sol. Son los rastros de una mente que lucha entre lo reprimido y lo revelado. 

Al pararte frente a esta obra sientes la tensión de un DIOS queriendo liberarse de la celda del canvas… provocando latidos de ENERGÍA PURA, imposibles de explicar… solo se pueden sentir. 

Al final te darás cuenta que cuando el Mito que NO es un Mito, el alma tiembla.

La pregunta es…

¿Te atreves a mirar tus propias grietas?

Solo así podrás BRILLAR.

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